Autonomía energética y empleo industrial: la doble apuesta del programa RENOVAL
En el discurso público sobre transición energética, solemos centrarnos en los megavatios instalados, en los objetivos climáticos o en los precios del mercado eléctrico. Pero hay una pregunta más profunda que merece atención: ¿quién fabrica la tecnología que permite esa transición? Porque consumir energía limpia es un paso; producirla desde nuestras propias capacidades industriales, otro muy distinto.
Y ese es el foco del programa RENOVAL. No es una ayuda genérica para empresas que quieran ser más sostenibles. Es una inversión pública estratégica, diseñada para fortalecer la base industrial del país en torno a las tecnologías renovables. Fabricar aquí lo que hasta ahora importábamos: paneles solares, turbinas eólicas, electrolizadores de hidrógeno, baterías, bombas de calor… y, sobre todo, los componentes esenciales que los hacen posibles.
RENOVAL responde a una necesidad urgente: reforzar la autonomía energética e industrial de Europa en un contexto geopolítico y tecnológico complejo. Y lo hace activando inversión privada a través de ayudas públicas bien orientadas. La primera convocatoria, resuelta en junio de 2025 por el MITECO y el IDAE, ha movilizado 296 millones de euros distribuidos en 33 proyectos industriales, repartidos en 12 comunidades autónomas.
No es solo una inyección económica: es una declaración de intenciones. Un programa que busca que la transición energética se diseñe, se ensamble y se fabrique en casa. Y que esa fabricación se traduzca en empleo cualificado, competitividad, exportación y valor añadido. Porque sin industria propia no hay verdadera autonomía energética.
De la autonomía energética a la generación de empleo local
RENOVAL no solo financia fábricas. Financia proyectos que generan empleo cualificado, estable y alineado con los sectores industriales que van a marcar el futuro energético de Europa. Y lo hace desde una lógica productiva clara: si fabricamos la tecnología en casa, también generamos aquí el conocimiento, la actividad económica y los puestos de trabajo asociados.
Esto es clave para entender el impacto real del programa. No hablamos de empleo indirecto o de baja cualificación, sino de perfiles técnicos: operarios de línea especializados, ingenieros de procesos, responsables de calidad, mantenimiento avanzado, personal logístico, técnicos en electrónica o en integración de sistemas. Todo lo que una planta moderna necesita para funcionar, evolucionar y mantenerse competitiva.
Además, este tipo de empleo tiene dos características esenciales. La primera, arraigo territorial: la mayoría de los proyectos financiados por RENOVAL se ubican fuera de los grandes núcleos urbanos, en zonas industriales que buscan nuevas oportunidades para mantener tejido productivo y evitar fuga de talento. La segunda, proyección a largo plazo: no son empleos de ciclo corto, sino puestos ligados a industrias con recorrido, como el hidrógeno renovable, el almacenamiento, la energía solar o la eólica avanzada.
En ese sentido, RENOVAL se convierte en una palanca para activar sectores industriales con capacidad de crecimiento sostenido, en línea con la autonomía energética que busca España y Europa. Porque fabricar aquí no solo reduce la dependencia tecnológica: también fortalece nuestro mercado laboral y mejora nuestra competitividad desde dentro.
Este impacto en el empleo no es un accesorio: es parte del objetivo estratégico del programa. De hecho, la generación de puestos de trabajo cualificados es uno de los criterios que más peso tiene en la evaluación de los proyectos presentados. No se trata solo de cuánto se invierte, sino de cómo esa inversión se transforma en capacidad productiva, empleo y valor añadido local; contribuyendo directamente a una autonomía energética construida sobre talento y capacidad industrial.
¿Qué tipo de proyectos encajan en RENOVAL?
Una de las preguntas más frecuentes en el entorno empresarial es si su actividad puede encajar en este tipo de ayudas. Y la respuesta no depende del tamaño de la empresa, sino de su rol en la cadena de valor de las renovables. RENOVAL no está pensado para usuarios finales de energía, sino para fabricantes. Es decir, para empresas cuya actividad principal (o futura) sea producir equipos, piezas o sistemas que formarán parte de instalaciones renovables.
¿Algunos ejemplos concretos?
- Fabricación o ensamblaje de electrolizadores y sus componentes.
- Producción de estructuras metálicas o composite para aerogeneradores.
- Desarrollo de sistemas electrónicos de control, inversores, sensores o automatismos aplicables al sector solar o eólico.
- Producción de baterías o sistemas de almacenamiento energético.
- Manufactura de lingotes y obleas de silicio, como base de la industria fotovoltaica.
- Fabricación de bombas de calor de alto rendimiento, esenciales para descarbonizar el sector térmico.
RENOVAL también incluye como subvencionables los componentes esenciales: esos elementos intermedios sin los cuales las tecnologías no funcionarían. Esto abre la puerta a empresas industriales especializadas en mecanizados, electrónica, materiales avanzados o ensamblaje de precisión.
Por otro lado, los criterios de selección no se limitan a la tecnología. El programa valora de forma muy significativa la viabilidad económica, la madurez del proyecto, el impacto en el empleo y la sostenibilidad medioambiental. Los proyectos deben ser industriales en sentido estricto: con calendario, inversión real, retorno esperado y capacidad de ejecución clara. No se trata de tener una buena idea, sino un plan industrial sólido y bien planteado que contribuya, además, a reforzar nuestra autonomía energética.
Más que una ayuda: una apuesta por el posicionamiento empresarial
RENOVAL no debería verse solo como una oportunidad de financiación, sino como una herramienta para ganar posicionamiento estratégico. Las empresas que apuestan por fabricar tecnologías limpias no están solo diversificando su actividad: están entrando en sectores con proyección global, demanda creciente y fuerte respaldo institucional.
Además, esta línea de ayudas se enmarca en iniciativas de calado europeo, como el Net-Zero Industry Act o el plan RePowerEU, que marcan el camino hacia una industria energética más independiente, sostenible y competitiva. En todos estos planes, la autonomía energética ocupa un lugar central como eje industrial y geopolítico. Los proyectos apoyados hoy estarán en el centro de las cadenas de valor del mañana.
A nivel reputacional, ser beneficiario de RENOVAL también aporta credibilidad: ante inversores, partners industriales, clientes públicos o incluso ante la administración. En un entorno donde se buscan proveedores locales con garantías, contar con una planta financiada por este programa es un aval.
Y a nivel interno, permite a las empresas acelerar decisiones estratégicas: ampliar capacidad productiva, escalar tecnología, captar talento o reforzar su cadena de suministro. Todo esto con un respaldo público que reduce el riesgo y mejora el acceso a financiación complementaria.
En otras palabras, RENOVAL no es el destino, es el acelerador. Y solo tiene sentido si forma parte de una visión más ambiciosa: construir capacidades industriales sólidas, con impacto real y vocación de permanencia. Una visión que, en última instancia, refuerce nuestra autonomía energética.
RENOVAL y PERTE ERHA: un programa dentro de una estrategia industrial más amplia
Uno de los grandes aciertos del programa RENOVAL es que no nace de forma aislada. Forma parte de una estrategia país bien definida: el PERTE de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento (PERTE ERHA). Esta hoja de ruta, impulsada por el Gobierno con fondos del Plan de Recuperación y el mecanismo REPowerEU, busca convertir la transición energética en una verdadera oportunidad de reindustrialización.
¿Y qué papel juega RENOVAL dentro de ese marco? El de activar, de forma directa y medible, nuevas capacidades de fabricación en tecnologías renovables. Es decir, dar el primer empujón real a empresas que están listas para producir componentes críticos para la transición energética, y hacerlo en territorio nacional.
A diferencia de otras ayudas más orientadas a la I+D o a la implantación de tecnologías, RENOVAL se sitúa en el corazón productivo: la fábrica, la planta, la línea de ensamblaje. Y por eso es también el punto de entrada natural al PERTE ERHA para muchas pymes y medianas empresas industriales, que quizá no participarán en grandes consorcios o hubs tecnológicos, pero sí tienen capacidad real de fabricar piezas, equipos o soluciones necesarias para descarbonizar sectores enteros.
Además, este enfoque productivo es coherente con los objetivos de fondo del PERTE: crear tejido industrial, reducir dependencias estratégicas y posicionar a España como proveedor de tecnología limpia a escala europea. RENOVAL da forma a ese objetivo con proyectos concretos, inversiones tangibles, empleo directo y un avance visible hacia una autonomía energética estructural y sostenible.
También hay un mensaje importante que las empresas deben tener en cuenta: esto no termina aquí. RENOVAL es una primera convocatoria dentro de una línea que puede tener continuidad, ampliación o variantes en futuras fases del PERTE. Quienes se posicionen ahora, quienes aprendan a presentar, justificar y escalar sus proyectos, estarán mejor preparados para acceder a nuevas oportunidades dentro del ecosistema de ayudas que se va a mantener activo durante los próximos años.
ipsom: estrategia, detalle y ejecución en el programa RENOVAL
Solicitar una ayuda como RENOVAL no es un simple ejercicio administrativo. Requiere comprender la convocatoria, traducir el proyecto industrial al lenguaje técnico que exige el organismo gestor y justificar de forma coherente su viabilidad, impacto y alineación con los objetivos del programa.
En ipsom acompañamos a empresas industriales y tecnológicas desde la fase inicial de análisis hasta la justificación final. No solo redactamos memorias: ayudamos a pensar el proyecto en términos de subvención, impacto, riesgos y escalabilidad. Trabajamos con dirección financiera, operaciones, ingeniería o desarrollo de negocio para construir una propuesta sólida, ambiciosa y realista.
Nuestro enfoque va más allá del cumplimiento. Nos interesa el encaje estratégico entre la ayuda y la evolución futura de la empresa. Porque una subvención bien gestionada no solo alivia una inversión puntual: posiciona, consolida, proyecta.
Conocemos bien los criterios de evaluación, los errores comunes y las claves para destacar. Y, sobre todo, sabemos que cada empresa tiene una historia diferente que merece ser contada con rigor, pero también con visión.
Si su empresa está fabricando —o quiere fabricar— el futuro energético, este es el momento. Contacte con nuestros expertos para ayudarle a hacerlo posible desde una posición estratégica que refuerce su competitividad, su impacto… y su contribución real a la autonomía energética del país.

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