Con una dotación total de 115 millones de euros y una partida específica de 25 millones para la sustitución de generadores de frío industrial, el programa INNOVAE, impulsado por MITECO y gestionado por el IDAE, aborda una problemática muy conocida en el sector: gran parte de nuestras plantas sigue trabajando con equipos que consumen más energía de la necesaria, utilizan refrigerantes penalizados y requieren un mantenimiento costoso para seguir operativos.
Esta es la oportunidad de sustituir equipos obsoletos de frío industrial por soluciones más eficientes y sostenibles, reduciendo consumo y riesgo regulatorio. La diferencia estará en quién se adelante para transformar la obligación de renovar en una ventaja competitiva real.
La nueva realidad del frío industrial
En la mayoría de industrias, los sistemas de frío han funcionado durante años sin estar bajo un escrutinio constante. Mientras cumplían con su función, la prioridad era mantener los sistemas de frío industrial operativos y atender incidencias puntuales, no replantear su eficiencia.
Ese escenario ha cambiado drásticamente. La combinación de nuevos objetivos de eficiencia, como los que marca el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021–2030 (reducción del 39,5 % en el consumo de energía primaria y del 36,8 % en el consumo final) y la presión por reducir el consumo eléctrico obliga a mirar de cerca a los grandes consumidores de energía. Entre ellos, el frío industrial aparece en los primeros puestos.
En sectores como la alimentación o la logística refrigerada, la generación de frío puede absorber hasta el 60 % de la factura eléctrica anual. Con los precios actuales de la energía, cada punto de mejora en la eficiencia del frío industrial se traduce en un impacto medible sobre los márgenes y en una ventaja frente a competidores con sistemas menos optimizados.
En España, buena parte del parque de frío industrial tiene entre 15 y 25 años de antigüedad. Estos equipos, además de ofrecer rendimientos muy por debajo de los estándares actuales, dependen de refrigerantes con alto Potencial de Calentamiento Global (PCA), cada vez más caros y sujetos a fuertes restricciones normativas. Según la Agencia Internacional de la Energía, el frío industrial y comercial representa entre un 4 % y un 7 % del consumo eléctrico global, con una contribución desproporcionada a las emisiones debido a esos refrigerantes.
En mercados globalizados, cada punto porcentual de ahorro energético puede suponer la diferencia entre ganar o perder cuota. En exportaciones como las de fruta y hortaliza en Europa del norte, el mantenimiento de la cadena de frío puede representar hasta el 15 % del coste logístico. Modernizar equipos no es solo una cuestión de eficiencia o normativa: es una medida de supervivencia empresarial.
El punto de inflexión: reglamento F-gas y el fin de los HFC
El Reglamento (UE) 517/2014 sobre gases fluorados, conocido como F-gas, persigue una reducción drástica de las emisiones de HFC, PFC y SF₆, gases cuyo Potencial de Calentamiento Global (GWP) es cientos o miles de veces superior al del CO₂. La norma establece una reducción progresiva de la cuota de producción e importación de HFC en la UE, junto con prohibiciones específicas según el tipo de equipo y el refrigerante empleado.
Este calendario de reducción significa que cada año habrá menos disponibilidad de HFC, lo que ya está provocando un encarecimiento notable de gases como R-404A, R-507A o R-134a. Además, existen fechas clave a partir de las cuales ciertos equipos no podrán comercializarse si utilizan refrigerantes con GWP por encima de determinados límites, afectando de lleno a muchas instalaciones actuales.
Las implicaciones son múltiples:
- Riesgos operativos por dificultad de encontrar refrigerante para mantenimientos.
- Mayor coste de reposición y gestión de fugas.
- Riesgo de paradas no programadas por fallos que no se pueden reparar en plazo.
La revisión del Reglamento F-gas en 2024 endurece aún más estas condiciones, ampliando prohibiciones y acelerando las reducciones. Esto deja claro que la renovación tecnológica en frío industrial no es una cuestión opcional a largo plazo, sino una necesidad inmediata para garantizar la viabilidad operativa.
La solución pasa por tecnologías basadas en refrigerantes naturales:
- CO₂ (R-744): óptimo en aplicaciones de media y baja temperatura, con soluciones adaptadas incluso para climas cálidos.
- Amoníaco (R-717): máxima eficiencia y capacidad frigorífica en grandes instalaciones, con manipulación especializada.
- Propano (R-290): alta eficiencia en sistemas de pequeña y mediana potencia, especialmente en soluciones modulares.
Adoptar estas tecnologías en frío industrial asegura cumplimiento normativo, reduce la dependencia de un mercado volátil de HFC y estabiliza los costes a medio y largo plazo. Gracias al programa INNOVAE, este salto tecnológico se puede dar ahora con apoyo económico.
Pero la normativa no es el único factor que empuja a la modernización. Incluso en empresas que podrían seguir operando legalmente con sus equipos actuales, el peso del coste energético convierte la sustitución en una decisión estratégica que no conviene retrasar.os de selección no se limitan a la tecnología. El programa valora de forma muy significativa la viabilidad económica, la madurez del proyecto, el impacto en el empleo y la sostenibilidad medioambiental. Los proyectos deben ser industriales en sentido estricto: con calendario, inversión real, retorno esperado y capacidad de ejecución clara. No se trata de tener una buena idea, sino un plan industrial sólido y bien planteado que contribuya, además, a reforzar nuestra autonomía energética.
El sobrecoste energético como segundo motor del cambio
Si el Reglamento F-gas es el gran impulsor normativo de la sustitución de generadores de frío industrial, el coste de la energía en España es el detonante económico que convierte esa necesidad en algo urgente. Según datos de Eurostat, las tarifas eléctricas industriales en nuestro país se sitúan persistentemente por encima de la media europea, incluso después de la moderación de precios registrada en 2024. Esto significa que cada kWh consumido supone un mayor impacto económico para una planta en España que para su competidor en Francia, Alemania o Portugal.
En sectores como la alimentación o la logística refrigerada, el peso del consumo de frío sobre la factura eléctrica es tan alto que cualquier ineficiencia se traduce en un golpe directo al margen operativo. Cuando estos sistemas de frío industrial trabajan con equipos antiguos y de bajo rendimiento, la penalización es doble: más gasto energético y menos capacidad productiva.
La modernización puede pasar por sustituir compresores por modelos de alta eficiencia con control de velocidad variable, integrar sistemas de recuperación de calor o incorporar control avanzado para ajustar el funcionamiento a la demanda real. En muchos casos, estas medidas combinadas permiten recortar consumos de forma significativa, con un impacto directo en el margen operativo.
Pero el sobrecoste energético no es solo un problema de competitividad económica. Cada vez más, clientes y cadenas de suministro valoran indicadores ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) como criterio de selección de proveedores. Las auditorías energéticas y los informes de sostenibilidad, obligatorios para muchas empresas, ponen de manifiesto cualquier ineficiencia, y un sistema de frío antiguo es un punto débil visible.
La tendencia hacia la electrificación de procesos industriales amplifica esta situación: a medida que aumenta la dependencia de la electricidad frente a combustibles fósiles, el peso del coste eléctrico en el total de energía consumida crece, y con él, la urgencia de optimizarlo. Así, mientras el F-gas dicta que el cambio en frío industrial es inevitable, la realidad energética española dicta que debe hacerse ya. Y aquí es donde INNOVAE ofrece una vía para abordar la inversión con un menor esfuerzo financiero inicial.
INNOVAE como catalizador de la modernización
El programa INNOVAE está diseñado para acelerar la adopción de tecnologías que reduzcan el consumo energético y las emisiones en procesos industriales. Dentro de sus líneas de actuación, la sustitución de generadores de frío obsoletos encaja de forma directa: hablamos de equipos que operan con rendimientos muy por debajo de los actuales, utilizan refrigerantes penalizados y representan un alto porcentaje del consumo eléctrico de la planta.
La ayuda pública disponible, con una dotación total de 115 millones de euros y 25 millones destinados específicamente a frío industrial, puede cubrir actuaciones como:
- Instalación de equipos con refrigerantes naturales:
- CO₂ transcrítico: especialmente recomendable en aplicaciones de media y baja temperatura. Si tu planta opera en zonas con inviernos fríos o con procesos que requieren frío constante, esta tecnología puede ofrecer altos rendimientos y estabilidad a largo plazo. Incluso en climas cálidos, las soluciones avanzadas permiten un funcionamiento competitivo.
- Amoníaco (R-717): la opción más eficiente para grandes instalaciones con altas cargas frigoríficas, como cámaras de conservación masiva o procesos industriales continuos. Requiere diseño y manipulación por personal cualificado, pero ofrece un rendimiento muy superior y una vida útil prolongada.
- Propano (R-290): ideal para empresas que buscan alta eficiencia en potencias pequeñas o medias, por ejemplo, en sistemas modulares o en plantas con demandas de frío distribuidas en varias zonas.
- Sustitución de compresores por modelos de alta eficiencia con control de velocidad variable: en instalaciones con variaciones significativas en la demanda de frío, esta medida permite adaptar la producción a las necesidades reales, evitando arranques y paradas innecesarias y reduciendo tanto el consumo como el desgaste mecánico.
- Integración de sistemas de recuperación de calor: si en tu proceso existe demanda de calor para precalentamiento de agua, climatización o procesos a baja/mediana temperatura, la recuperación del calor residual del sistema frigorífico puede cubrir parte o incluso la totalidad de esas necesidades, reduciendo el consumo global de la planta.
- Implementación de sistemas de control avanzado e IoT: para empresas que quieran un control total de la instalación, esta solución permite monitorizar en tiempo real, detectar desviaciones antes de que afecten a la producción y ajustar parámetros para maximizar la eficiencia. Es especialmente útil en entornos con múltiples cámaras o líneas de producción, donde la optimización manual es inviable.
Adoptar estas soluciones con el apoyo de INNOVAE no solo asegura cumplimiento normativo, sino que permite a la empresa tomar decisiones estratégicas basadas en su realidad operativa. Además, trabajar con tecnologías maduras y probadas en frío industrial minimiza el riesgo de inversión y acelera el retorno.
Cómo preparar un proyecto competitivo bajo INNOVAE
El acceso a la financiación de INNOVAE no se limita a cumplir unos requisitos mínimos. La clave está en presentar un proyecto de frío industrial sólido y bien documentado, que demuestre su viabilidad técnica, su impacto en eficiencia y su alineación con los objetivos del programa.
Un proyecto competitivo debe incluir:
- Definición clara del alcance técnico: descripción detallada del sistema actual y especificaciones de los equipos a instalar.
- Justificación de la mejora en eficiencia: cálculo estimado de reducción del consumo energético (kWh/año) y de emisiones de CO₂ equivalentes.
- Cumplimiento del principio DNSH (Do No Significant Harm): evidenciar que el proyecto no causa un perjuicio significativo al medio ambiente.
- Plan de medición y verificación: metodología para cuantificar el ahorro real tras la implantación.
Factores diferenciadores que aumentan las posibilidades de éxito:
- Replicabilidad de la solución en otras instalaciones de la empresa o del sector.
- Integración del proyecto en la estrategia global de descarbonización o en compromisos ESG.
- Colaboración con fabricantes e instaladores líderes, que aporte garantía tecnológica.
- Impacto social o económico positivo: creación de empleo, mejora de condiciones laborales, reducción de riesgos de seguridad.
Una ventana de oportunidad con ipsom
Las empresas con sistemas de frío industrial se enfrentan a una decisión estratégica: iniciar la renovación ahora, aprovechando las ayudas y planificando la parada técnica, o retrasarla y asumir el riesgo de hacerlo con menos apoyo público y mayor presión operativa. El marco regulatorio aprieta, los costes energéticos siguen al alza y la tecnología disponible ofrece mejoras sustanciales. El reto ya no es decidir si renovar el frío industrial, sino cómo hacerlo de forma inteligente para que la modernización se convierta en una ventaja competitiva real.
En ipsom acompañamos a las empresas en todo el proceso, combinando diagnóstico técnico, diseño de soluciones elegibles, gestión administrativa y seguimiento de la ejecución para que cada proyecto llegue a buen puerto. Desde la primera visita para evaluar el estado de un sistema de frío hasta la justificación final de la ayuda, trabajamos para que cada decisión técnica esté alineada con sus objetivos de ahorro, cumplimiento normativo y competitividad.
Si su empresa necesita renovar su sistema de frío industrial, este es el momento de hacerlo con el máximo respaldo técnico y con acceso a las ayudas públicas de INNOVAE mientras la convocatoria está abierta. Contacte con nuestros consultores especializados para analizar su caso y definir la hoja de ruta más eficaz. Cuanto antes iniciemos el proceso, más opciones tendrá de asegurar la ayuda y planificar la implantación sin imprevistos.

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